Hoy vamos a compartir contigo un tema que puede parecer alejado de la contabilidad, pero nada más falso que eso, todos sin importar la edad debemos tener nuestras finanzas y obligaciones tributarias en orden, más ahora que las opciones de generación de ingresos han aumentado en lo digital, y que desde temprana edad se comienza a invertir.
Aunque ahorrar e invertir son dos acciones distintas, en la medida en que cada una persigue propósitos diferentes, la mayoría de personas suele pensar que se trata de lo mismo, sin tener en cuenta que en materia de inversiones estas se deben realizar teniendo en cuenta la edad, pues no en todas se pueden asumir los mismos riesgos.
Así, en una etapa temprana, cuando apenas se está en plena capacidad de producción y se consolida un ahorro (entre los 25 y 35 años), se puede asumir un mayor riesgo. Pero no sucede así cuando la persona ya ha alcanzado una edad madura, cuenta con una pensión o está próxima a obtenerla, pues allí se debe ser mucho más conservador en las inversiones y asumir el menor riesgo.
Quizás el único factor que comparten el ahorro y la inversión es el de que ambos necesitan fijarse unas metas y para ello es fundamental establecer un plan financiero que ayude a alcanzarlas en un tiempo determinado y teniendo en cuenta aspectos como el dinero disponible, el riesgo y las etapas de la vida en que se deben ejecutar, y los impuestos generados de tus inversiones, pues de esta manera evitamos pensar que ganaremos un retorno de nuestra inversión, que cuando se nos cobran los impuestos es muy distinto a lo que pensabamos.
La razón es sencilla: no todos los instrumentos que ofrece el mercado se ajustan a las necesidades y objetivos específicos de las personas a lo largo de su vida, pero, ante la oferta, muchas veces se termina escogiendo el menos conveniente.
De acuerdo con los objetivos perseguidos, se puede elegir uno u otro instrumento. Con el ahorro se busca generar una reserva de dinero, asumiendo un riesgo bajo y un rendimiento moderado, y disponer de ella a mediano o largo plazo con el fin de cumplir una meta específica.
La inversión, en cambio, busca obtener grandes rentabilidades asumiendo riesgos más altos. Cuanto más alto es el riesgo, mayor puede ser la rentabilidad. El propósito de una inversión es que el capital original alcance un valor mayor que el inicial.
Si estas por iniciarte en el mundo de las inversiones y aún eres joven, es momento de tomar decisiones más aventuradas, siempre asesorado de especialistas y teniendo en cuenta las obligaciones fiscales que tus inversiones generen, de ser así te garantizamos que tendrás mucho éxito.
Comentarios recientes