La falta de tiempo y la cantidad de requisitos de la nueva facturación 4.0 ha llevado a los pequeños empresarios a postergar la migración; sin embargo, no cambiar la forma de emitir CFDI a tiempo puede traer consecuencias para el negocio.
Aunque a la fecha conviven la versión 3.3 y la 4.0, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) estableció como fecha límite para el uso de la facturación 3.3 hasta el 31 de marzo, de no migrar antes de esa fecha los negocios, sobre todo las pequeñas y medianas empresas(pymes), pueden tener problemas.
Entre la principales consecuencia está el no poder facturarle a los clientes y por consecuencia no realizar la venta. Por ejemplo, los negocios que le venden a otros negocios exigirán el CFDI 4.0 para realizar el pago, de no entregarlo optarán por otros proveedores.
«Para empresas B2B muchas veces si no facturan no cobran. La consecuencia básica es que pierden la entrada de efectivo, su liquidez, pierden clientes», comentó en entrevista Evgeny Pervago, cofundador y director general de Listo.
Precisó que también se rompe el ciclo de la venta porque si no se puede facturar, la compañía se va con otro cliente. «Te quedas con el stock del producto o no se venden los servicios».
Si bien es cierto que la nueva facturación es más compleja, porque se requiere un llenado de CFDI más específico: la clave de producto de servicio y unidades del catálogo del SAT, el uso de CFDI, y especificar adecuadamente el régimen fiscal del cliente, su código postal y demás cosas, los negocios pueden migrar poco a poco, incluso hacer uso de la tecnología para realizar el proceso de forma más sencilla.
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